Tihuatlán: Un taxi convertido en arma y una cobarde huida que grita justicia

Graciela Reyes fue arrollada y abandonada sin vida en la vía pública. El asesino huyó como un criminal y ocultó el daño con una sábana. ¿Hasta cuándo se normalizará la impunidad al volante?
Por Marco Antonio Palmero Alpirez | Reportaje Veracruzano
Tihuatlán, Veracruz – 21 de mayo de 2025
La noche del martes en Plan de Ayala no solo se tiñó de sangre, sino también de indignación. **Una mujer, Graciela Reyes, fue brutalmente arrollada por un taxi —número económico 307, de la ruta Tihuatlán–Poza Rica— cuyo conductor no solo no se detuvo, sino que huyó y abandonó el automóvil con el cofre cubierto por una sábana, como si eso pudiera esconder el crimen. Como si eso pudiera tapar la cobardía.
El cuerpo de Graciela quedó tendido sobre la Avenida Independencia. Murió ahí mismo, sin auxilio, sin dignidad, como si su vida no valiera nada para quien la apagó en segundos y se dio a la fuga como una sombra indeseable.
Una sábana no tapa la sangre
El intento de ocultamiento fue tan burdo como indignante: el taxi fue hallado minutos después, abandonado en la Calle Revolución, en la misma comunidad. El cofre, destrozado por el impacto, estaba cubierto con una sábana. ¿Eso es lo que vale una vida en Veracruz? ¿Un pedazo de tela para encubrir la muerte?
Esta escena —digna de una película de horror— no solo retrata el crimen, sino la podredumbre del sistema que lo permite: licencias otorgadas sin control, operadores sin escrúpulos, concesiones vendidas como barajas políticas y una vigilancia que llega tarde… cuando ya hay un cadáver.
Crimen al volante: epidemia sin castigo
Este no es un caso aislado. En Veracruz, el transporte público ha mutado en muchos casos en una amenaza más que en un servicio. Concesiones sin regulación, conductores sin capacitación y una creciente ola de atropellamientos que rara vez terminan en justicia. Porque matar con un taxi se ha vuelto, tristemente, más fácil que responder por ello.
Hoy la ciudadanía exige más que palabras: quiere nombres, quiere rostros, quiere detenciones.
¿Y el gobierno? Tarda en llegar… como siempre
Elementos de la Guardia Nacional y peritos de la Fiscalía General acudieron al sitio. Pero la pregunta es: ¿por qué no había vigilancia? ¿Dónde están los controles de tránsito? ¿Dónde está la voluntad política de limpiar el transporte público?
No basta con el levantamiento del cuerpo. Lo que Veracruz necesita es levantar la voz.
Una vida menos. Un llamado más. Justicia ya.
Graciela Reyes no volverá. Pero su nombre no puede ser olvidado. Su muerte debe convertirse en un símbolo de lo que ya no se puede tolerar: el abuso del volante, la fuga criminal, el silencio cómplice y la impunidad sistemática.
Hoy exigimos justicia.
Para Graciela. Para todas. Para todos.