En el fondo del pozo: el rescate que frenó una tragedia en Cosoleacaque

Cosoleacaque, Veracruz. — La vida pendía de una cuerda este martes por la tarde en la colonia Francisco Gutiérrez. Desde lo profundo de un pozo artesiano, los gritos desgarrados de un hombre rompieron la quietud de la calle Francisco I. Madero, obligando a la comunidad a dejarlo todo para escuchar, para llamar, para actuar. Fue esa reacción colectiva —más humana que institucional— la que activó una operación de rescate tan desesperada como necesaria.
El protagonista, un hombre cuya identidad ha sido resguardada por las autoridades, descendió al abismo voluntariamente, impulsado —según testigos— por una ruptura amorosa y el aliento agrio del alcohol. No hay registro exacto del tiempo que permaneció en el fondo, pero sí hay certeza de que no quería ser salvado. Luchó contra quienes descendieron por él, vociferó, se resistió. Y, aun así, fue traído de vuelta.
El operativo movilizó a Protección Civil, elementos de la Policía Municipal y al equipo de rescate vertical de la agrupación Código Rojo. No fue un rescate sencillo: el hombre se encontraba en estado de ebriedad, alterado, confundido. Fue necesario asegurarlo físicamente antes de izarlo, entre maniobras tensas y bajo la mirada contenida de vecinos que se arremolinaron, con los corazones suspendidos en el aire.
Los rescatistas actuaron con precisión, con paciencia. No sólo descendieron por su cuerpo, también bajaron por lo que aún quedaba de su voluntad. Y aunque su rescate duró poco más de una hora, la historia que lo llevó allí es seguramente mucho más larga, compleja y silenciosa.
No hubo sangre, no hubo muerte. Pero el evento dejó un eco: el sonido de una urgencia emocional que no siempre encuentra atención o auxilio. Lo que pasó en Cosoleacaque no es solo un suceso curioso; es un síntoma. En un estado marcado por la violencia visible, emergen también otros tipos de fractura: las invisibles, las íntimas, las que muerden desde adentro.
“Fue la suerte, o quizá Dios, o simplemente el valor de los que bajaron al pozo”, dijo una vecina, aún temblorosa, horas después. “Pero también fue que alguien escuchó a tiempo.”
El hombre fue atendido médicamente y entregado a sus familiares, quienes —según informes oficiales— se comprometieron a brindarle apoyo y contención. No hubo carpeta de investigación abierta, ni cargos. Solo una línea más en el registro municipal de emergencias. Pero para muchos de los que vivieron la escena, el hecho quedará grabado como una súplica: de ayuda, de presencia, de escucha.
En el fondo de un pozo, este martes, la vida tuvo una segunda oportunidad. Y Cosoleacaque, por unos minutos, recordó que a veces el mayor rescate es saber que aún hay quienes no están dispuestos a dejarte caer solo.
Redacción Reportaje Veracruzano