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“LA BAMBA”, LA CUEVA DE LA CORRUPCIÓN Y EL CRIMEN EN POZA RICA QUE NADIE QUIERE TOCAR

Explotación sexual, narcomenudeo, protección política, romances con fiscales: el oscuro entramado que convierte al bar en epicentro de la impunidad

Poza Rica, Veracruz.- Detrás de las luces de neón y la fachada festiva del bar La Bamba, ubicado en la colonia Ricardo Flores Magón, se esconde uno de los epicentros más turbios de la delincuencia organizada en Poza Rica. Un antro donde confluyen la explotación sexual de mujeres extranjeras, la venta de estupefacientes, las redes de corrupción política y la absoluta indiferencia —cuando no complicidad— de las autoridades locales y estatales.

El dueño real de este oscuro negocio es Candelario N, mejor conocido en los bajos fondos como “La Candy”, un personaje que ha tejido poderosas redes de protección política y judicial.

El infierno detrás del show

Nominalmente, La Bamba figura como men’s club, bar y vinoteca. En la práctica, opera como un club de striptease, escenario de prácticas tan ilícitas como impunes. Numerosas denuncias periodísticas e investigaciones independientes han documentado que el establecimiento emplea mujeres extranjeras en condiciones de aparente explotación sexual. Su estado migratorio y de salud es desconocido, lo que no impide que operen sin restricción alguna, mientras Cofepris y el Instituto Nacional de Migración (INM) miran para otro lado.

El caso de La Bamba no es aislado. Fuentes revelan que forma parte de una red de explotación sexual que incluye bares como Paladium, El Mesón, Like y hoteles como Villa Magna, todos señalados por prácticas similares.

Narcomenudeo a plena vista

Pero la explotación sexual es solo una cara de la moneda. La otra es el narcomenudeo. Según reportes, La Bamba funge como un punto activo para la venta de drogas. El asesinato de Sergio T. G., hermano del secretario del Ayuntamiento de Papantla, ocurrido en las inmediaciones del bar, fue un macabro recordatorio del tipo de redes que operan alrededor del establecimiento. Fuentes cercanas apuntan a que el crimen se originó en un error dentro de operaciones vinculadas al crimen organizado.

Este no ha sido el único episodio de violencia grave ligado al infame establecimiento. En 2017, el entonces jefe de seguridad del bar, Carlos Arjona, fue víctima de un atentado a balazos a las afueras de La Bamba la misma noche en que fue asesinado Tremari Gaya. Arjona falleció tras quince días en terapia intensiva en la clínica 24 del IMSS, luego de recibir dos impactos de bala en la espalda.
Su cuerpo fue trasladado al Semefo local y las autoridades ministeriales contaron con un presunto autor material, quien declaró sobre la muerte de Tremari y fue también sujeto a interrogatorio por el homicidio del jefe de seguridad.

Este antecedente, sumado a los hechos recientes, refuerza el patrón de violencia que rodea al lugar y la permisividad que las autoridades han mostrado a lo largo de los años.

La sombra del “Pulpo” Remes

La protección política detrás de este antro de la corrupción tiene nombre y apellido: Fernando Luis Remes Garza, “El Pulpo”, actual alcalde de Poza Rica. Reportajes señalan que Remes no solo tolera el funcionamiento de La Bamba y negocios similares, sino que recibe beneficios económicos de su propietario, La Candy.

A cambio de su «protección», las operaciones del local continúan sin trabas, incluso durante la pandemia, cuando La Bamba operaba “debajo del agua”, violando restricciones sanitarias sin que ninguna autoridad interviniera.

Silencio institucional, impunidad total

Pese a la gravedad de las denuncias, la respuesta oficial ha sido el silencio. Ni la Cofepris, ni el INM, ni la FGR han mostrado intención alguna de investigar las actividades delictivas señaladas. La omisión ha sido tan sistemática que todo apunta a una red de complicidades que permite que el establecimiento continúe funcionando como bastión de la delincuencia.

Los romances del poder: la estrategia oculta

Investigaciones periodísticas independientes revelan un patrón aún más perturbador. Sin que podamos afirmarlo de manera categórica, diversas fuentes señalan que trabajadores de la Fiscalía General del Estado, con sede en Poza Rica —incluyendo fiscales, agentes y otros funcionarios—, habrían sido objeto de una elaborada estrategia de manipulación.

Según estas fuentes, el propio La Candy habría instruido a bailarinas de La Bamba para que sedujeran a funcionarios clave. De esta forma, el dueño lograría mantener un control sutil pero efectivo sobre las investigaciones y decisiones judiciales que pudieran amenazar su negocio.

Un símbolo de la podredumbre institucional

Lo que ocurre en La Bamba es mucho más que un tema de entretenimiento nocturno. Es un símbolo vivo de cómo la corrupción, la trata de personas y el narcomenudeo se entrelazan con el aparato político y judicial en Veracruz. Es también un espejo de la impunidad estructural que corroe las instituciones encargadas de proteger a los ciudadanos.

Frente a este escenario, solo queda una pregunta que la sociedad civil debe hacer en voz alta:
¿Cuántos muertos más serán necesarios para que las autoridades decidan actuar?


Redacción Reportaje Veracruzano

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