Poza Rica bajo fuego y silencio: comando armado levanta a hombre a plena luz del día y el Estado solo observa

Una escena digna de una zona de guerra se vivió la mañana de este sábado en pleno corazón de Poza Rica. Sujetos armados con fusiles de grueso calibre, a bordo de dos camionetas, interceptaron un vehículo Renault Fluence color blanco, placas de Veracruz, y con brutalidad sacaron a golpes a un hombre que conducía por la calle Central Poniente, justo en el carril que conecta el centro de la ciudad con la colonia Petromex.
Era una hora en la que cualquier ciudadano decente va camino al trabajo, al mercado o a visitar a su familia. Pero en Poza Rica, en esta tierra donde el crimen manda y el Estado arrodilla la cabeza, ni eso es garantía de volver a casa.
Los sicarios actuaron con total impunidad. A plena luz del día. Sin máscaras. Sin prisa. Con la seguridad que solo puede tener quien sabe que no será perseguido.

Minutos después del “levantón”, elementos de la Policía Estatal y del Ejército Mexicano llegaron al lugar. Demasiado tarde, como siempre. Se llevaron el automóvil al corralón con una grúa, marcaron perímetros y simularon una respuesta. Pero ni un solo detenido. Ni una pista. Ni una declaración oficial que arroje luz sobre el caso. Solo el silencio habitual que huele a complicidad o, peor aún, a absoluta derrota institucional.
La víctima, de identidad aún desconocida, fue sustraída con violencia en una de las avenidas más transitadas de la ciudad. ¿Dónde están las cámaras de seguridad? ¿Dónde están los “inteligentes” sistemas de videovigilancia que tanto cacarea el gobierno estatal? ¿De qué sirve tener soldados en las calles si no pueden proteger a un solo ciudadano?
Poza Rica arde, y lo hace entre la omisión gubernamental y la descomposición social. Mientras la gobernadora Rocío Nahle y el alcalde Fernando Remes siguen presumiendo un Veracruz “tranquilo”, en las calles se escriben crónicas de horror como esta.
La pregunta es simple pero desgarradora: ¿cuántos más tienen que desaparecer para que el Estado reaccione? ¿Cuántos levantones más deben ocurrir en avenidas principales para que se rompa el pacto de silencio entre autoridades y crimen?
Hoy fue un hombre al volante. Mañana puede ser cualquiera. Poza Rica ya no es una ciudad: es una trampa. Y sus habitantes, rehenes de un sistema cobarde que abandonó su deber más elemental: proteger la vida.
Y mientras el gobierno se esconde tras boletines vacíos y operativos inútiles, las calles siguen siendo del crimen. Porque aquí, quien tiene armas manda. Y quien tiene el poder, calla.
Redacción Reportaje Veracruzano