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Coatzacoalcos en llamas: tercer ataque incendiario contra restaurantes de mariscos desata ola de terror

Coatzacoalcos, Ver. – El miedo volvió a prender fuego en el sur de Veracruz. La noche del 14 de septiembre, el icónico restaurante de mariscos “El Popeye”, en la colonia Puerto México, fue reducido a cenizas tras un ataque directo con bombas molotov. La escena —llamas de varios metros iluminando la oscuridad y vecinos huyendo despavoridos— retrata la fragilidad de una ciudad que parece a merced de la violencia.

El ataque se registró cerca de la medianoche en la esquina de Miguel Ángel de Quevedo y 20 de Noviembre. Testigos aseguran que dos hombres a bordo de una motocicleta se aproximaron al local y lanzaron los artefactos incendiarios contra la palapa principal. En segundos, el fuego devoró la estructura, obligando a familias enteras a evacuar sus viviendas ante el riesgo de que el siniestro alcanzara sus hogares.

Bomberos lograron controlar el incendio y contener una peligrosa fuga de gas, evitando una tragedia mayor. El restaurante estaba cerrado, por lo que no se reportaron heridos. Sin embargo, la magnitud del ataque y el contexto lo convierten en un claro mensaje de intimidación.

Patrón criminal: un mismo dueño, tres negocios atacados

El caso de “El Popeye” no es aislado. En meses recientes, otros dos restaurantes de mariscos —“Langostinos” y “La Bocana”—, pertenecientes al mismo propietario, fueron incendiados bajo las mismas circunstancias: sujetos en motocicleta, bombas molotov y la impunidad como denominador común.

Este patrón repetido deja en evidencia que se trata de una ofensiva sistemática y no de hechos fortuitos. La pregunta que retumba en Coatzacoalcos es inevitable: ¿quién está detrás de esta ola de ataques y por qué las autoridades siguen sin detener a un solo responsable?

Una ciudad bajo asedio

Los ataques no solo han destruido negocios emblemáticos, sino que han sembrado un clima de terror entre comerciantes y ciudadanos. Cada incendio es un recordatorio brutal de que el sur de Veracruz enfrenta una violencia que no distingue entre día festivo o cotidiano.

Mientras tanto, el discurso oficial se limita a “investigaciones en curso”. Sin detenidos, sin claridad y con más miedo en las calles, la desconfianza hacia las instituciones crece, mientras los habitantes de Coatzacoalcos se preguntan si el próximo ataque está a la vuelta de la esquina.


Redacción Reportaje Veracruzano

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