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Veracruz sangra otra vez: dos mujeres asesinadas en Coatzintla exhiben la inoperancia oficial frente a la violencia imparable

Coatzintla, Ver.– La mañana de este martes, la colonia Veracruz amaneció con una escena dantesca: dos mujeres tiradas en la vía pública, una al lado de la otra, aparentemente abrazadas en el momento de su muerte. Eran las 7:15 horas cuando vecinos alertaron al 911 del hallazgo en la carretera rumbo a Casa Geo, un tramo aún en construcción que se convirtió en el escenario de otro crimen brutal en el norte del estado.

Elementos de la Policía Estatal confirmaron lo que las sirenas ya presagiaban: ambas estaban sin vida. Minutos después llegaron la Policía Municipal, el Ejército Mexicano y, finalmente, la Fiscalía General del Estado para acordonar el área y realizar las diligencias. Se habla de casquillos percutidos y huellas de violencia, pero el hermetismo oficial impone silencio donde debería haber respuestas inmediatas.

Las víctimas, hasta el cierre de esta edición, siguen sin identificar. Dos mujeres sin nombre, sin rostro público, sin justicia. Otra estadística fría que engorda los reportes de homicidios dolosos en Veracruz, mientras el discurso gubernamental insiste en que “la paz se construye” y que la seguridad es “prioridad”. ¿De qué paz hablan cuando las calles se tiñen de sangre al amanecer?

El operativo, como siempre, llegó tarde. Policías y militares acordonaron, peritos levantaron, funerarios trasladaron. Pero más allá de los protocolos, la pregunta de fondo sigue sin respuesta: ¿cómo es posible que en pleno espacio urbano, a plena luz de la mañana, se asesine a dos mujeres y nadie lo impida?

La brutalidad del hecho deja claro que el control territorial lo tienen otros: los grupos criminales que operan con absoluta impunidad. La autoridad se limita a recoger los restos de una guerra que ni reconoce ni enfrenta con resultados.

Coatzintla se suma así a la lista de municipios donde el Estado mexicano está ausente y la violencia dicta la agenda. La sociedad espera explicaciones, exige justicia y demanda garantías mínimas para vivir sin miedo. Pero lo que recibe es silencio, promesas huecas y un aparato de seguridad más preocupado por simular que por proteger.

Dos mujeres menos. Dos vidas segadas en un amanecer que desnuda la mentira del “Veracruz seguro”.


Redacción Reportaje Veracruzano

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