Leobardo Gómez, el alcalde que confundió la tragedia con una liquidación de temporada

Tihuatlán, Veracruz. — Hay quienes pierden el sentido de la realidad, y hay quienes lo convierten en una estrategia de marketing. El alcalde Leobardo Gómez González parece pertenecer al segundo grupo. Mientras su municipio intenta levantarse del desastre que dejaron las inundaciones, el munícipe decidió “sumarse a la causa” con una rebaja en su mueblería “El Obelisco”: una sala de más de 41 mil pesos reducida a casi 27 mil.

Sí, leyó bien. En un pueblo donde la gente perdió camas, techos y esperanza, el edil creyó que ofrecer un “descuento solidario” era una forma de empatía. Como si la miseria se aliviara con promociones.
El anuncio en redes no tardó en volverse un búmeran: las críticas inundaron los comentarios con más fuerza que las lluvias. “¿Ayuda para quién?”, “Ni para comer hay, y él vendiendo muebles”, se leía entre la indignación. El mensaje fue retirado poco después, quizá cuando el alcalde comprendió que su idea de solidaridad rozaba el insulto.

Porque mientras Tihuatlán sobrevive con lo mínimo, su alcalde parece moverse entre aparadores y espejos, donde todo se refleja menos la pobreza real. La empatía, esa que no se vende ni se descuenta, es lo único que no aparece en su inventario.
Si realmente quisiera ayudar, Leobardo Gómez debería dejar los catálogos y ponerse las botas: recorrer las calles enlodadas, mirar a los ojos a quienes lo perdieron todo, y entender que la desgracia no se remedia con etiquetas de oferta, sino con humanidad.
En Tihuatlán, la gente necesita esperanza, no promociones. Y un alcalde que gobierne, no que regentee su mueblería.
Redacción Reportaje Veracruzano