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MORENA ACOMODA EL TABLERO PARA BLINDAR A SHEINBAUM: REFORMA A MODO PARA CONTROLAR SU REVOCACIÓN EN 2027

El partido en el poder disfraza de “consulta democrática” lo que en el fondo parece una operación política para sostener a la presidenta en la silla y mantener el control total del país

Morena vuelve a mover las piezas con la frialdad de quien domina el tablero y las instituciones. Ahora, el partido que gobierna pretende reformar la Constitución para fijar la revocación de mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum en 2027, el mismo día de las elecciones intermedias. La jugada es evidente: controlar el proceso, manipular los tiempos y blindar el poder presidencial bajo la apariencia de una “consulta ciudadana”.

El diputado Alfonso Ramírez Cuéllar, uno de los operadores más disciplinados del obradorismo, presentó la iniciativa que ya cuenta con el aval de Ricardo Monreal y será dictaminada por Leonel Godoy Rangel, otro morenista de línea dura. Todo queda en familia, todo bajo el mismo sello: el control absoluto.

El proyecto modifica las fracciones VIII y IX del artículo 35 de la Constitución para que la revocación solo pueda pedirse una vez, durante los seis meses previos a concluir el tercer año del sexenio, y se realice el mismo día de las elecciones federales intermedias. Un detalle aparentemente técnico, pero con un enorme trasfondo político: Sheinbaum enfrentaría su revocación en el momento más favorable, cuando su partido controle las estructuras, el discurso y las urnas.

El argumento oficial es que así se “ahorran recursos” y se “fortalece la participación ciudadana”. Pero lo que realmente se busca es que el aparato de Estado, las redes territoriales y los programas sociales operen de manera simultánea, asegurando un resultado cómodo y previsible.

Morena sabe que en 2022 el proceso de revocación de López Obrador fue un fracaso político: baja participación, denuncias de acarreo y un INE presionado hasta el límite. Ahora quieren corregir el error, no para fortalecer la democracia, sino para controlar sus efectos.

La nueva reforma es, en el fondo, una vacuna política: una forma de neutralizar cualquier intento ciudadano genuino de cuestionar al poder. Si el mecanismo de revocación se convierte en un ritual partidista, México no tendrá una democracia participativa, sino una democracia administrada.

Mientras tanto, el discurso oficial hablará de “mandato del pueblo”, cuando en realidad será el pueblo el que termine obedeciendo al mandato del partido. Porque en esta jugada, Morena no está abriendo la puerta al juicio ciudadano, sino cerrando todas las salidas a la disidencia.

Lo llaman revocación de mandato, pero huele a blindaje presidencial.

Redacción Reportaje Veracruzano

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