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Sheinbaum blinda a Cuitláhuac: el poder protege al poder mientras Veracruz exige cuentas por el dinero perdido

La presidenta cierra filas en torno al exgobernador Cuitláhuac García pese a las severas observaciones de la ASF que exhiben un posible daño patrimonial millonario en Veracruz.


El discurso presidencial volvió a erigirse como escudo ante la rendición de cuentas. Durante su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo salió en defensa del exgobernador Cuitláhuac García Jiménez, luego de que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) revelara presuntas irregularidades por más de 70 millones de pesos en la administración estatal veracruzana entre 2020 y 2024.

Con una serenidad estudiada, Sheinbaum calificó a García como “un hombre honesto”, intentando neutralizar el peso político de las observaciones federales. Sin embargo, la defensa presidencial no disipó las sombras que se ciernen sobre una gestión marcada por la ineficiencia administrativa, la opacidad en los contratos y la sospechosa asignación de obras públicas.

La mandataria justificó los señalamientos al afirmar que “muchas veces tienen que ver con procesos administrativos o compras” y que no necesariamente implican daño patrimonial. Pero en Veracruz, donde los hospitales siguen desabastecidos, las carreteras deshechas y las comunidades hundidas en el abandono, la explicación suena más a justificación política que a transparencia gubernamental.

Los reportes de la ASF apuntan a millonarios desvíos y contratos inflados, señalando prácticas recurrentes que, bajo otros gobiernos, fueron etiquetadas como corrupción. La diferencia —dicen críticos— es que ahora el manto de la 4T cubre los pecados de sus propios aliados.

Sheinbaum insistió en que cada caso será revisado y, de comprobarse irregularidades, se procederá “conforme a la ley”. No obstante, esa promesa se repite sexenio tras sexenio, mientras los nombres cambian, pero los métodos permanecen.

El respaldo de la presidenta a Cuitláhuac García envía un mensaje claro: la lealtad política pesa más que la rendición de cuentas. Veracruz, uno de los estados más golpeados por la corrupción y la desigualdad, vuelve a quedar atrapado entre el discurso de la “honestidad” y la realidad de los números que no cuadran.

El país observa. Y mientras el poder se protege a sí mismo, la herida de la corrupción en Veracruz sigue abierta, sangrando millones… y credibilidad.

Redacción Reportaje Veracruzano

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