Veracruz, territorio del tormento: el estado con más víctimas de tortura en México, y los torturadores visten uniforme policial

Por Redacción de Reportaje Veracruzano
Xalapa, Ver. — Veracruz vuelve a encabezar una lista infame: es el estado con más víctimas de tortura y tratos crueles en todo el país. Según cifras oficiales de la Fiscalía General de la República (FGR), el 17.7% de todas las víctimas registradas entre 2018 y 2025 fueron veracruzanas. En total, 4 mil 87 personas sufrieron tortura, tratos inhumanos o degradantes en este periodo.
El dato no es menor: de las 23 mil 90 víctimas registradas en México por el Registro Nacional del Delito de Tortura (RENADET), casi una de cada cinco proviene de territorio veracruzano. Y lo más alarmante —lo que desnuda el verdadero rostro de la violencia institucional— es que la mayoría de los torturadores no son criminales comunes, sino policías, ministeriales y custodios de prisiones.

La FGR detalla que de los 2 mil 406 expedientes abiertos por tortura en Veracruz, la mayor parte involucra a elementos de la Policía Ministerial, la Secretaría de Seguridad Pública estatal, Policías Municipales y personal penitenciario. El mismo aparato que debería proteger al ciudadano se convirtió en su verdugo.
A nivel nacional, la cifra es brutal: 15 mil 737 expedientes por tortura y 480 por tratos crueles, pero Veracruz destaca no solo por su volumen, sino por su sistematicidad. El patrón es claro: jóvenes entre 18 y 35 años, en condiciones de vulnerabilidad —pobres, indígenas, discapacitados— fueron las principales víctimas. De los más de 19 mil hombres torturados, 3 mil 602 son veracruzanos.

El informe de la FGR es una radiografía del horror institucional. Revela que 2 mil 460 presuntos responsables de estos crímenes pertenecen a corporaciones del Estado: 9.2% son policías ministeriales, 8.4% agentes de Seguridad Pública, 5.9% policías municipales y un preocupante 13% personal de centros penitenciarios. Es decir, el crimen se comete desde dentro del sistema de justicia.
¿Cómo explicar que Veracruz, un estado con más de una década de militarización y control policial, haya convertido sus cárceles, cuarteles y patrullas en instrumentos de tortura? ¿Dónde están las sanciones ejemplares? ¿Quién responde por los gritos, las descargas eléctricas, las violaciones, los simulacros de ejecución?

El silencio oficial es tan ensordecedor como los golpes en una celda cerrada. Ni la Fiscalía estatal ni la Secretaría de Seguridad Pública han ofrecido una explicación pública. Tampoco la Comisión Estatal de Derechos Humanos ha asumido una postura firme ante un fenómeno que ya es estructural.
Mientras tanto, Veracruz se desangra entre expedientes y estadísticas, donde la impunidad es el verdadero patrón del terror. La cifra lo dice todo: cada día, una persona es torturada o sometida a tratos crueles en el estado.
La pregunta es inevitable: ¿cuántos más deben gritar para que el gobierno escuche? Porque en Veracruz, la tortura no es un hecho aislado… es una política no declarada.
Redacción Reportaje Veracruzano



