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Fraude, represión y un alcalde acorralado: el Grito de Independencia en Poza Rica se convirtió en un clamor contra Fernando Remes

Poza Rica, Ver.– Lo que debía ser una noche de fiesta patria terminó exhibiendo la fractura política y social que atraviesa la ciudad petrolera. En la última ceremonia del Grito de Independencia encabezada por el alcalde Fernando Remes Garza, la explanada del Palacio Municipal se convirtió en escenario de protestas, acusaciones de fraude electoral y un operativo policiaco que dejó en claro el miedo del gobierno local a la voz ciudadana.

Simpatizantes de Emilio Olvera Andrade, abanderado de Movimiento Ciudadano, irrumpieron entre los filtros de seguridad que el ayuntamiento colocó en un cerco metálico sin precedentes en estas festividades. Algunos lograron ingresar pese a los intentos de la Policía Municipal de contenerlos; otros fueron bloqueados hasta que la presión y los reclamos hicieron ceder al propio comandante presente.

La protesta no era menor: los inconformes responsabilizaron directamente a Remes Garza de operar, en contubernio con Morena, el revés electoral que terminó arrebatando a Olvera la constancia de mayoría entregada por el OPLE y otorgando, vía Tribunal Electoral, la alcaldía a Adanely Rodríguez, tercera en la contienda. Un giro turbio que aún levanta sospechas de imposición y manipulación política.

Las consignas fueron directas y lapidarias: “¡Fuera el mal gobierno! ¡No a la imposición! ¡No al fraude electoral!”. El eco de esas voces rompió el guion solemne de la ceremonia y obligó a que todo se acelerara. Remes, visiblemente nervioso y protegido por un anillo de seguridad, olvidó incluso tocar la campana, símbolo central del acto patrio. El himno nacional se entonó con prisa y el edil de la tercera edad fue retirado a su oficina de manera abrupta.

Arriba, en el balcón, el protocolo se desmoronaba. Abajo, los ciudadanos recordaban que el partido que nació con consignas contra el fraude hoy reproduce los vicios del viejo régimen. El contraste fue brutal: mientras los cohetes iluminaban el cielo, en tierra los antimotines se interpusieron entre trabajadores municipales que defendían a su jefe y manifestantes que exigían democracia.

El saldo fue blanco, pero simbólicamente demoledor: en plena explanada se quemó una piñata en forma de pulpo con el rostro del alcalde Remes, aludiendo a los tentáculos de poder que, según los inconformes, manipulan el destino electoral de Poza Rica.

La explanada, además, lució semivacía. A diferencia de otros años, la falta de un artista de renombre redujo la convocatoria, reflejando también el desgaste de un gobierno que se va entre reclamos, sospechas de corrupción y un descrédito inocultable.

Lo que Remes Garza planeaba como su última gala cívica terminó como un retrato implacable: un alcalde sitiado por la inconformidad, un partido en el poder acusado de traicionar sus principios y un pueblo que, en lugar de gritar “¡Viva México!”, clamó contra la simulación política.


Redacción Reportaje Veracruzano

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