“Octubre negro en Veracruz: la inundación arrasa hogares mientras el petróleo invade los muros”

De la explosión de un ducto en Puebla al caos tóxico en Poza Rica, Coatzintla, Tihuatlán y Cazones
Por Marco Antonio Palmero Alpírez
Reportaje Veracruzano
La tragedia no comenzó con la explosión: se gestó desde la madrugada del 9 de octubre, cuando lluvias torrenciales —impulsadas por una amplia vaguada combinada con un disturbio tropical sobre el Pacífico— cayeron sin tregua sobre el norte de Veracruz.
Según meteorólogos de CONAGUA, Veracruz acumuló en solo dos días la cantidad de precipitación habitual de todo un mes de octubre. Es decir: los cauces y ríos no tenían tregua, los suelos ya saturados no podían absorber más agua, y la región vivió la tormenta perfecta para una catástrofe.

9 de octubre: el agua gana terreno
Esa misma noche, los primeros reportes indican que el río Cazones comenzó a subir con rapidez. En Poza Rica, las colonias más bajas amanecieron con calles convertidas en ríos. Vehículos fueron arrastrados, familias quedaron atrapadas, y viviendas se inundaron hasta la planta baja.
Ya antes del amanecer del 10, el nivel del Cazones alcanzó los 7.30 metros, según informes municipales. En videos virales se observa cómo el agua entra con fuerza en comercios, calles principales y viviendas, obligando a muchos habitantes a subir a los techos para salvar la vida.
En Coatzintla, comunidades como La Laja, Corralillos y Santa María denunciaron inundaciones repentinas, quedaron incomunicadas y muchas familias fueron trasladadas a refugios. En Tihuatlán, el agua también avanzó con violencia: en varias localidades, las viviendas se llenaron de lodo y corrientes impetuosas ingresaron por puertas y ventanas.
El 9 de octubre fue la antesala del desastre, el preludio de lo que ocurriría cuando el ducto explotara pocas horas después. El agua ya había corroído márgenes, roto barreras y dispersado consigo residuos y contaminantes.
10 de octubre: explosión e inundación convergen
Cuando estalló el ducto de petróleo en La Ceiba, Xicotepec —ya bajo una presión hídrica máxima— el desastre se volvió mixto: la fuerza del fuego se sumó al avance imparable del agua. Las corrientes saturadas se convirtieron en canales de hidrocarburo, arrastrando combustible residual hacia zonas habitadas del norte veracruzano.
Mientras el agua seguía subiendo en Poza Rica y otros municipios, los primeros indicios de combustible aparecieron en drenajes y patios. Familias denunciaron que “el agua brillaba” y “todos los muros tenían manchas aceitosas”.
Las inundaciones previas hicieron que los drenajes estuvieran ya colapsados; el agua no hallaba escape, y el crudo que se introdujo se estancó dentro de las estructuras, amplificando el daño.
Un impacto que excede fronteras
El desastre del 9-10 de octubre dejó claro que las inundaciones y la explosión no son incidentes aislados: son parte del mismo cataclismo.
- 48 municipios veracruzanos reportaron daños por lluvias e inundaciones.
- En municipios del norte como Poza Rica y Álamo, se contabilizaron miles de viviendas anegadas.
- En Veracruz se registraron muertes —al menos dos confirmadas— por las lluvias e inundaciones.
- Las autoridades habilitaron refugios, movilizaron al Ejército y la Marina, suspendieron clases y declararon alerta general.
Redacción Reportaje Veracruzano