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Estafan a Veracruzanos desde WhatsApp y telegram: La nueva cara de la ciberdelincuencia

En Veracruz, los delincuentes ya no necesitan una pistola para robar: les basta un teléfono y una promesa falsa.

Veracruz, Ver. – Mientras las autoridades cibernéticas continúan dormidas en sus escritorios, los fraudes digitales siguen cobrando víctimas en todo el estado. Esta vez, una trabajadora doméstica perdió 10 mil pesos en una estafa meticulosamente planeada a través de WhatsApp y Telegram, plataformas que se han convertido en los nuevos campos de caza de los estafadores digitales.

El engaño comenzó con un inocente mensaje. Un individuo que se hacía llamar Santiago la invitó a participar en un grupo de Telegram, donde —aparentemente— solo debía calificar productos de la tienda SHEIN y enviar capturas de pantalla. Por cada tarea cumplida, recibía depósitos inmediatos de 20 pesos. La confianza se sembró poco a poco: los delincuentes pagaban puntualmente las primeras “ganancias” para consolidar su trampa.

Sin embargo, cuando la víctima fue convencida de invertir 10 mil pesos para “subir de nivel”, la fachada cayó. El dinero desapareció, los estafadores exigieron otros 16 mil pesos bajo el pretexto de un supuesto “reembolso”, y luego cortaron toda comunicación.

Este caso no es un hecho aislado. Detrás de estas estafas operan redes internacionales que utilizan inteligencia artificial y bots para simular identidades reales, crear grupos falsos y manipular emocionalmente a las personas más vulnerables. Son ciberdelincuentes que se aprovechan del desempleo, la crisis económica y la buena fe de la gente trabajadora.

La víctima interpuso su denuncia ante la Policía Cibernética, pero, como ocurre en decenas de casos similares, el resultado es incierto: las instituciones encargadas de la seguridad digital en Veracruz están rebasadas, desarticuladas y sin estrategias reales para frenar la ola de estafas electrónicas que se multiplican todos los días.

Mientras tanto, los delincuentes continúan operando desde la impunidad digital, robando ahorros, ilusiones y confianza con la misma facilidad con la que envían un mensaje.

¿Hasta cuándo el gobierno estatal y la Guardia Nacional Cibernética dejarán de mirar hacia otro lado?

Cada fraude ignorado no es solo un número en una estadística: es una familia veracruzana más condenada a la desesperanza por la negligencia de un sistema que no protege ni en el mundo físico ni en el virtual.

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