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Atraco en Córdoba conmociona a los ciudadanos

Ni los guardias, ni las cámaras, ni la plaza comercial evitaron el atraco de 200 mil pesos a plena luz del día. La impunidad, una vez más, fue el verdadero cómplice.

CÓRDOBA, VER.— A plena luz del día, frente a decenas de testigos, en un centro comercial vigilado, ocurrió lo que ya parece ser parte del paisaje urbano: un asalto más a cuentahabiente. Esta vez, el escenario fue la sucursal de BBVA en la plaza Shangri-La. La víctima: un ciudadano común que portaba 200 mil pesos en efectivo con la intención de depositarlos. El delincuente: uno más de los muchos que han aprendido que en Córdoba, robar es fácil y huir es más sencillo aún.

El viernes por la tarde, un hombre vestido como cualquier cliente —cubrebocas, lentes oscuros, gorra negra, mochila cruzada— cruzó la puerta del banco sin levantar sospechas. Lo único que no era normal era la pistola oculta con la que, segundos después, obligaría a entregar el dinero. No gritó. No disparó. No hubo caos ni heroísmo. Solo precisión. Silencio. E impunidad.

Adentro había cámaras de seguridad, un guardia privado y varias personas esperando turno. Ninguno pudo —ni intentó— detener el delito. Afuera, un vehículo esperaba al asaltante, como si todo hubiera sido ensayado. Y quizás lo fue. Lo único que no fue planeado, como siempre, fue la reacción de las autoridades.

La policía llegó minutos después. Tarde. Llegó a ver videos. A tomar notas. A simular que algo haría. Como siempre. Porque en Córdoba, la investigación es un trámite, no una estrategia. La persecución de los criminales es inexistente y los bancos se han convertido en trampas para sus propios clientes.

Este nuevo asalto no solo es un delito: es un síntoma. Un síntoma de que la delincuencia ha aprendido que no necesita violencia para ganar, porque del otro lado solo hay indiferencia. Que las cámaras graban, pero no detienen. Que los guardias están, pero no actúan. Y que el gobierno observa, pero no reacciona.

Hoy en Córdoba, llevar dinero a un banco es un riesgo calculado. Y no por los clientes. Por los ladrones. Porque ellos saben que no serán atrapados. Porque ellos saben que pueden regresar. Porque ellos saben que nadie hará nada.

Redacción Reportaje Veracruzano

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