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¡El rey del nepotismo en Poza Rica! Carlos Ibáñez, el «director» de Salud que abandonó a la ciudad y planea perpetuarse en el poder


En el corazón de Poza Rica, donde la esperanza de una salud pública digna se desvanece como el eco de una ambulancia que nunca llega, un nombre resuena como sinónimo de ineficiencia, corrupción y ambición desmedida: Carlos Ibáñez Rodríguez, el autoproclamado «director» de Salud Municipal. Este personaje, lejos de servir a la ciudadanía, ha convertido su cargo en un feudo personal, tejiendo una red de favores políticos y nepotismo que amenaza con perpetuarse en la próxima administración municipal.

En esta nota, destapamos la cloaca de sus maniobras, exponiendo cómo utiliza la psicología de las masas y la ingeniería social para aferrarse al poder, mientras la población clama por ayuda que nunca llega.


Un director que no dirige: la parálisis de la salud municipal

Bajo la gestión de Ibáñez, el sistema de salud municipal de Poza Rica es un cadáver insepulto. De las cinco ambulancias disponibles, ninguna responde al llamado desesperado de los ciudadanos. Accidentes, emergencias médicas y tragedias cotidianas son ignoradas por un departamento que, en teoría, debería ser el salvavidas de la comunidad.

Testimonios de vecinos revelan una cruda realidad:

“Llamamos al número de emergencias y nadie contesta. Cuando por fin logramos contactar, nos dicen que ‘no hay unidades disponibles’ o que ‘la ambulancia está descompuesta’”, relata María González, madre de un menor que sufrió una crisis convulsiva sin recibir atención oportuna.

¿Dónde están las ambulancias? ¿Por qué no funcionan? Ibáñez, en su cómoda oficina, evade estas preguntas con la maestría de un político curtido. Mientras tanto, los recursos públicos se diluyen en un limbo de opacidad. No hay reportes de mantenimiento, no hay rendición de cuentas, y las unidades permanecen como reliquias oxidadas, símbolos de una administración que ha abandonado a su pueblo.


Nepotismo descarado: el plan para colonizar la Salud Municipal

Pero la ineptitud es solo la punta del iceberg. Ibáñez, con una ambición que raya en lo caricaturesco, no se conforma con su reinado de ineficiencia. Fuentes cercanas al Ayuntamiento revelan que el «director» está negociando en las sombras con los candidatos a la presidencia municipal para las elecciones de 2025, asegurándose un lugar en la próxima comuna.

Su estrategia es clara: perpetuarse en el poder a cualquier costo, incluso si eso significa traicionar los principios de la Cuarta Transformación que dice defender.

Peor aún, Ibáñez planea una purga despiadada. Según información obtenida, su objetivo es despedir a los trabajadores actuales del área de salud para reemplazarlos con un séquito de familiares, amigos y aliados políticos. Este esquema no es nuevo en Poza Rica, donde el nepotismo ha sido una plaga recurrente. En 2022, la síndica Lizeth Amayrani Guerra Méndez fue señalada por colocar a seis familiares en puestos clave, mientras que el propio alcalde, Fernando “El Pulpo” Remes, incluyó a su nuera en la nómina municipal con un jugoso salario.

Ibáñez, al parecer, ha tomado nota de este manual de corrupción y lo lleva a un nuevo nivel.


Ingeniería social y manipulación de masas: el arte de engañar

Ibáñez no es un simple oportunista; es un estratega que utiliza herramientas de ingeniería social y psicología de masas para mantenerse intocable. En un municipio donde la desesperación y la desconfianza reinan, ha aprendido a explotar el miedo y la resignación de la ciudadanía.

Sus apariciones públicas son cuidadosamente orquestadas: promete mejoras, reparaciones de ambulancias y una “nueva era” para la salud municipal, sabiendo que la memoria colectiva es frágil y que las promesas vacías suelen ser suficientes para calmar el descontento temporalmente.

Aprovechándose de la polarización política, Ibáñez se presenta como un aliado de los candidatos de Morena, utilizando el discurso de la transformación para encubrir sus verdaderas intenciones. Esta manipulación no solo engaña a los votantes, sino que también asegura el respaldo de las élites políticas locales, quienes ven en él un operador útil para mantener el status quo.

Como señala Gustave Le Bon en su obra Psicología de las masas:

“Las multitudes no razonan, obedecen a las emociones”.

Ibáñez lo sabe y juega con ello, proyectando una imagen de autoridad mientras la salud de Poza Rica colapsa.


Un llamado a la rebelión ciudadana

La situación en Poza Rica no puede seguir así. Carlos Ibáñez Rodríguez representa todo lo que está mal en la política mexicana: la ambición desmedida, el desprecio por el bienestar público y la corrupción disfrazada de servicio. Mientras las ambulancias permanecen inmóviles y los ciudadanos mueren esperando ayuda, él trama su próximo movimiento para consolidar su pequeño imperio.

Es hora de que la ciudadanía despierte. No basta con indignarse; es necesario actuar. Exijamos transparencia en el uso de los recursos de salud. Demandemos una auditoría inmediata al departamento dirigido por Ibáñez. Y, sobre todo, recordemos su nombre en las urnas en 2025. No permitamos que los manipuladores de masas como él sigan jugando con nuestras vidas.




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