Entre el guinda y el azul: Yunes Márquez y el delicado arte de navegar la política mexicana

El senador veracruzano Miguel Ángel Yunes Márquez ha optado por conservar su credencial de afiliación a Morena como un «recuerdo». Una frase que, aunque pronunciada con ligereza, encapsula la complejidad de una trayectoria política marcada por bandazos estratégicos, rupturas familiares y una creciente afinidad con el poder en turno.
“De recuerdo la voy a mantener, no pasa nada. Yo estoy en un movimiento, no necesitas estar en un partido político”, declaró el legislador en entrevista, luego de confirmar que no continuará su proceso de afiliación al partido fundado por Andrés Manuel López Obrador. A pesar del revés, Yunes Márquez asegura que permanecerá en la bancada morenista del Senado, aferrado a una silla que —para algunos dentro del partido— nunca debió ocupar.
Y es que la negativa de la Comisión Nacional de Honor y Justicia (CNHJ) de Morena no fue una sorpresa: su nombre aún figura en el padrón de militantes del Partido Acción Nacional, del cual fue expulsado en noviembre de 2024. Su expulsión, resultado de un giro ideológico que lo llevó a respaldar la polémica reforma judicial impulsada por el oficialismo, marcó un punto de inflexión en su distanciamiento con la derecha que por años lo cobijó.
Del azul al guinda: estrategia o convicción
La figura de Miguel Ángel Yunes Márquez es imposible de desligar de su linaje. Hijo del exgobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares —uno de los críticos más férreos del obradorismo—, su intento por integrarse a Morena encendió alarmas entre viejos cuadros del partido guinda. La propia gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle García, envió una carta a la CNHJ para exigir que se impidiera su incorporación.
Yunes Márquez, sin embargo, ha insistido en que ya no forma parte de Acción Nacional y que su simpatía con la Cuarta Transformación es genuina. Alega haber desistido desde hace meses de la impugnación contra su expulsión del PAN, en un gesto que, según él, busca evitar divisiones internas y mostrar respaldo al nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum.
“He hablado con Adán Augusto [coordinador de Morena en el Senado] y otros compañeros; seguiré en contacto porque me identifico con las decisiones de la Presidenta”, comentó.
Una integración incómoda
A pesar de sus esfuerzos por construir un nuevo perfil, el tránsito político de Yunes Márquez no ha sido bien recibido por todos en Morena. Su trayectoria —cimentada en la oposición a AMLO, sus reformas y su proyecto de nación— sigue pesando. La crítica más dura viene desde dentro: ¿puede alguien que combatió ferozmente al obradorismo convertirse ahora en su defensor?
Para algunos, su adhesión no es sino una jugada táctica: un intento por mantenerse vigente en un tablero donde la derecha se fragmenta y el oficialismo concentra el poder. Para otros, representa una traición a la esencia ideológica que el movimiento ha defendido durante años.
El precedente y la paradoja
Paradójicamente, Yunes Márquez sigue participando activamente en la bancada morenista del Senado, lo que pone en entredicho la solidez de los filtros internos del partido. ¿Puede un no militante representar a Morena desde el Congreso? ¿Qué significa hoy ser parte del “movimiento”?
La historia de Miguel Ángel Yunes Márquez —mitad transición, mitad ensayo de supervivencia política— refleja no solo la crisis de identidad de los partidos tradicionales, sino también los límites del pragmatismo en la era de la Cuarta Transformación.
El tiempo dirá si su permanencia en el entorno morenista se convierte en una integración efectiva o en un símbolo más del oportunismo político que tanto ha criticado el régimen en el poder.
Redacción Reportaje Veracruzano