Sismo azul en Alvarado: se fractura el PAN ante favoritismos y traiciones internas

La renuncia de Rosa Zamudio y el cierre de oficinas panistas encienden la alarma sobre el colapso moral del partido en el puerto
ALVARADO, VERACRUZ — En un movimiento que sacudió las bases del Partido Acción Nacional en este histórico puerto jarocho, la militante panista Rosa del Carmen Zamudio Rosas anunció su renuncia irrevocable a la planilla del candidato Octavio «Tavo» Ruiz Barroso y, con ello, dio paso al cierre simbólico y operativo de la oficina municipal del PAN en Alvarado. La dimisión no es solo una salida personal: es una grieta expuesta, un aviso de que algo se pudre en las entrañas del blanquiazul.
Zamudio Rosas, con más de dos décadas de militancia, no se fue en silencio. En un video que circula como pólvora en redes sociales, denunció con firmeza que los auténticos panistas fueron sistemáticamente excluidos de la planilla por decisión de Tavo Ruiz, quien –según dijo– prefirió rodearse de amistades, compadres y parientes, relegando a los verdaderos soldados del partido a la sombra del olvido.
“Los espacios más importantes fueron ocupados por su círculo íntimo, no por quienes han mantenido viva la llama del PAN en los tiempos difíciles”, sentenció.
La renuncia, firmada y fechada el 8 de abril de 2025, será entregada a José Antonio Rodríguez Palomino, presidente del Consejo Municipal del OPLE, formalizando su salida de la contienda. Pero más allá del trámite, lo que subyace es una denuncia cargada de simbolismo: el partido que alguna vez prometió representar valores y ciudadanía, hoy parece atrapado en las viejas mañas del clientelismo que tanto criticó.
¿Quién traiciona a quién?
El cierre de las oficinas del PAN en Alvarado no es una casualidad. Rosa Zamudio lo dijo con claridad: la casa azul que durante años se sostuvo por la voluntad, la fe y hasta la cooperación económica de sus militantes, hoy baja la cortina no por falta de recursos, sino por falta de dignidad política.
En una escena que parece calcada del ocaso de los partidos tradicionales, el PAN local cae víctima de sus propios vicios: el desprecio a las bases, la arrogancia de las cúpulas, y la designación de candidatos más por la afinidad personal que por el mérito partidista. Alvarado es ahora una metáfora dolorosa de un partido que alguna vez dijo estar “listo para gobernar”, pero no supo ni sostener su estructura.
Tavo Ruiz, el candidato del silencio
El aspirante Octavio Ruiz Barroso, conocido por su bajo perfil en la escena pública y su alto perfil entre los círculos de poder locales, no ha emitido declaración alguna tras la renuncia de Zamudio ni sobre el cierre de las oficinas panistas. En cambio, el silencio ha sido su único pronunciamiento, lo cual no ha hecho más que avivar la especulación.
¿Se avecina una desbandada de militantes? ¿Fue Tavo el ariete que terminó de derribar los últimos cimientos morales del PAN en Alvarado? ¿O es apenas el rostro visible de una red de intereses más amplia que ha secuestrado al partido?
El PAN, entre escombros y sombras
Lo ocurrido en Alvarado es solo el reflejo de una realidad más amplia que atraviesa al PAN veracruzano: debilitado, dividido y en muchos casos secuestrado por cacicazgos municipales. Mientras unos se aferran al cargo como botín personal, otros se marchan con la dignidad intacta pero el corazón hecho trizas.
Zamudio Rosas representa a ese sector que, cansado de aplaudir decisiones impuestas y de justificar componendas, decide bajarse del barco antes de naufragar con él. El cierre de la oficina es una declaración de guerra ética: no hay espacio para la simulación cuando los principios han sido reemplazados por conveniencias.
En una elección que ya promete ser atípica, Alvarado se convierte en el escenario de una ruptura que bien podría replicarse en otros municipios donde la militancia comienza a despertar del letargo.
La pregunta es inevitable: ¿Cuántos Rosa Zamudio más necesita el PAN para entender que su peor enemigo no está afuera, sino dentro?
Redacción Reportaje Veracruzano