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Una red de corrupción amenaza los ideales de Morena en Poza Rica

Acusaciones de impunidad, compadrazgo y traición encienden la furia entre los fieles del partido

POZA RICA, Veracruz — En esta ciudad rica en petróleo pero golpeada por el declive económico y el cinismo político, se está gestando una tormenta dentro de las filas de Morena, el partido gobernante de México. Militantes del movimiento de izquierda, alguna vez visto como un faro de esperanza frente a la corrupción enquistada del viejo régimen, ahora lanzan una alerta ante lo que describen como un descarado intento de proteger a funcionarios corruptos y premiarlos con jugosos cargos en la próxima administración municipal.

En el centro del escándalo está Fernando “El Pulpo” Remes, actual alcalde, y su presunto protegido, Marco Tulio Rivera Domínguez, un personaje cuya carrera está envuelta en acusaciones de corrupción, extorsión y traición a la confianza pública.

Las acusaciones, expuestas por militantes furiosos de Morena, dibujan un panorama condenatorio de un gobierno local plagado de impunidad y favoritismo, prácticas que golpean el núcleo de la promesa del partido de erradicar la podredumbre del pasado político de México. Rivera, actualmente Oficial Mayor del Ayuntamiento de Poza Rica, es señalado por haber orquestado una larga lista de esquemas corruptos bajo la administración de Remes: desde extorsionar a proveedores hasta manipular contratos multimillonarios con empresas como Discricar, una firma de manejo de residuos que se ha convertido en símbolo del descontento ciudadano.

Ahora, aseguran voces internas, Remes estaría maniobrando para colocar a Rivera como Regidor Primero en la siguiente administración, una jugada que ha desatado una rebelión entre las bases de Morena, quienes lo ven como una bofetada a los principios fundacionales del partido.

“Esto no es transformación, es traición”, dijo un militante bajo condición de anonimato por temor a represalias. “Luchamos para desmantelar la maquinaria del PRI, no para reemplazarla por otra vestida con los colores de Morena”. Ese sentimiento resuena cada vez con más fuerza en Poza Rica, donde el fantasma del compadrazgo amenaza con minar la credibilidad del partido de cara a las cruciales elecciones locales.

Un rastro de fechorías

El historial de Rivera, según sus detractores, parece un manual de malas prácticas políticas. Durante el mandato de Remes, habría presionado a proveedores para pagar sobornos a cambio de contratos municipales, una práctica que presuntamente enriqueció a un pequeño círculo de leales mientras vaciaba las arcas públicas.

El caso más escandaloso, aseguran los militantes, es la extensión de un contrato millonario con Discricar, una empresa criticada por su deficiente servicio de recolección de basura, pero favorecida inexplicablemente por la administración. Fuentes cercanas al ayuntamiento aseguran que el acuerdo, valuado en millones de pesos, fue facilitado con pagos bajo la mesa, una acusación respaldada por reportajes de medios locales como Norte Visión, que en octubre de 2024 detalló sospechas de que Remes recibía 1.5 millones de pesos mensuales para mantener a Discricar operando.

Pero las presuntas fechorías de Rivera van más allá de la administración actual. Durante el gobierno del exalcalde Sergio Lorenzo Quiroz, Rivera fungió como director de Educación, cargo desde el cual se le acusa de desviar fondos destinados a becas estudiantiles. Militantes aseguran que “ordeñaba” los sobres dirigidos a estudiantes necesitados, redirigiendo los beneficios a aliados políticos a cambio de favores, lo que, de comprobarse, representaría una grotesca traición a los sectores más vulnerables de Poza Rica.

Como si no bastara, también se le acusa de ocupar un doble cargo en la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), cobrando un salario por un trabajo que no realiza mientras dedica su tiempo a funciones municipales. Esta práctica de «dobletear», según críticos, ejemplifica la impunidad que ha plagado por décadas al sector público veracruzano.

Del PRI a Morena: ¿un lobo con piel de oveja?

El pasado de Rivera como integrante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la otrora fuerza dominante y símbolo de la corrupción en México, solo profundiza la indignación. Para muchos militantes de Morena, su ascenso dentro del partido representa una amarga ironía: un símbolo de cómo los ideales del movimiento han sido secuestrados por oportunistas provenientes del mismo sistema que se prometió destruir.

“No construimos este movimiento para darle pase libre a expriistas como Rivera”, se quejó otro miembro del partido. “Es un vestigio del pasado, y Remes lo sostiene para proteger sus trapos sucios”.

Las acusaciones contra Rivera y Remes no son casos aislados. Un patrón más amplio de presunta corrupción ha ensombrecido al gobierno municipal de Poza Rica, con reportes recurrentes de contratos amañados y favoritismo político. El escándalo de Discricar, en particular, ha llamado la atención de organizaciones civiles que exigen una investigación sobre los vínculos de la empresa con Remes y su círculo cercano. Sin embargo, a pesar de las crecientes pruebas y el clamor popular, no se ha iniciado una investigación formal, un silencio que los militantes atribuyen a la influencia del alcalde dentro de la dirigencia estatal de Morena.

Un partido en la encrucijada

La crisis en Poza Rica expone una fractura más profunda dentro de Morena mientras lidia con su identidad como partido en el poder. Fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador como vehículo de la “Cuarta Transformación” —una ruptura frontal con el neoliberalismo y la corrupción—, el partido ahora enfrenta acusaciones de haber perdido el rumbo. En Veracruz, un estado marcado por escándalos políticos, el riesgo es aún mayor.

La presunta protección a figuras como Rivera podría alejar a las bases que llevaron a Morena al poder, mientras da argumentos a quienes aseguran que el partido se ha vuelto indistinguible de sus antecesores.

Por ahora, las exigencias de los militantes por una revisión rigurosa de los candidatos no han sido atendidas, dejando el futuro del gobierno de Poza Rica en el limbo. Los ciudadanos, cansados de promesas rotas y recursos saqueados, observan el drama con una mezcla de resignación e ira.

“Esto no se trata solo de Rivera o Remes”, dijo un activista local. “Se trata de si Morena todavía representa algo”.

A medida que se aproxima la próxima administración, la batalla dentro de Morena promete intensificarse. ¿Podrá el partido depurar a los oportunistas en sus filas, o sucumbirá a los mismos vicios que alguna vez denunció? En Poza Rica, donde la corrupción apesta tanto como los humos del petróleo, la respuesta podría definir no solo el destino de una ciudad, sino el alma de un movimiento.


Redacción Reportaje Veracruzano

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