Tragedia al amanecer: joven muere arrollado en la autopista Orizaba-Córdoba

La carretera que une dos ciudades dejó de nuevo una vida rota; el cuerpo quedó destrozado a unos metros de la antigua caseta de Fortín
Por Reportaje Veracruzano – Corresponsalía Fortín
Fortín de las Flores, Ver. — En los primeros destellos del sábado, antes de que el sol pudiera calentar el asfalto, la autopista Orizaba-Córdoba escribió una página más de su historia de sangre. Yovani de los Santos y Castillo, un joven vecino de la colonia El Jonotal, perdió la vida brutalmente al intentar cruzar la vía rápida. Su cuerpo fue alcanzado por un vehículo en movimiento y después destrozado por otros más que no pudieron frenar a tiempo. Murió en el acto. Murió en el abandono.
Apenas pasaban las 6 de la mañana cuando Yovani, de poco más de 20 años, emprendió el cruce temerario a la altura del kilómetro cercano a la vieja caseta de peaje. No hay puentes peatonales. No hay pasos seguros. Solo carriles sin misericordia. En ese corredor de metal y concreto, la muerte circula a diario con placas foráneas y destinos apurados.

Un cuerpo irreconocible, una escena silenciada
El primer impacto fue el que lo derribó. Pero no fue el único. Tras él, otros automóviles, quizá sin percatarse, lo arrollaron de nuevo. El cuerpo quedó en condiciones irreconocibles. Despojado de identidad, de vida, de futuro. Fueron automovilistas horrorizados los que detuvieron su marcha y marcaron al 911. Pero cuando los paramédicos llegaron, no había nada que rescatar. Solo quedaba cubrir lo que quedaba y esperar a los peritos.
La Policía Estatal y la Guardia Nacional cerraron el paso parcialmente. No por respeto, sino por protocolo. El flujo vehicular apenas se alteró. La muerte de un joven más sobre la autopista no es noticia para la maquinaria del tránsito. Ya ni siquiera para los funcionarios.
¿Quién responde por el olvido?
La historia de Yovani podría parecer la de una imprudencia personal. Pero el contexto es más amplio: ¿por qué no hay accesos seguros para los peatones en una autopista que atraviesa zonas urbanas? ¿Cuántos más deben morir antes de que las concesionarias, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes o los gobiernos municipales tomen decisiones estructurales?

La vieja caseta de Fortín, abandonada tras la cancelación del cobro, quedó como símbolo de una carretera que sigue cobrando cuotas… pero ahora en vidas humanas.
En colonias como El Jonotal, cruzar la autopista es parte del día a día. Ir al trabajo, a la escuela o simplemente al otro lado de la ciudad implica jugarse la vida. Hoy fue Yovani. Mañana puede ser cualquiera.
Un cadáver más en el archivo de la impunidad
Peritos de la Fiscalía Regional levantaron el cuerpo y lo trasladaron al Servicio Médico Forense. El parte policial se llenó de tecnicismos. Las autoridades ya «investigan», pero nadie dice quién será responsabilizado. Tal vez ningún conductor haya podido evitar el golpe. Pero la responsabilidad mayor recae en quienes diseñaron un sistema vial que margina al peatón y deja sin protección a los más vulnerables.
Yovani no solo murió por cruzar. Murió por la suma de omisiones y desprecios que el sistema carga contra los de abajo. Hoy, la autopista Orizaba-Córdoba sigue su curso, como si nada. El tráfico se restableció en minutos. Pero en El Jonotal, una familia llora en silencio la pérdida de su hijo.
Redacción Reportaje Veracruzano