¡Veracruz en Luto, la Democracia en Llamas!
Ocho asesinatos políticos y una prensa acallada manchan con sangre el proceso electoral 2024-2025

Veracruz se desangra. No hay metáfora que alcance a dimensionar el baño de sangre que tiñe el proceso electoral 2024-2025. A tan solo unos meses de iniciado el calendario democrático, la entidad acumula un estremecedor saldo: tres candidatos a alcaldes asesinados, cuatro políticos ejecutados, una periodista silenciada a tiros y un coordinador de partido desaparecido. Los rostros de la contienda se han vuelto blancos de balas, y los discursos de paz gubernamental ya no ocultan la impunidad rampante.
¿Dónde está el Estado? ¿Dónde está la gobernadora Rocío Nahle? ¿Dónde está Claudia Sheinbaum, ahora presidenta de la República, que promete diálogo mientras sus candidatos son acribillados?
Las cifras son espeluznantes: el 11 de mayo, en Texistepec, la candidata de Morena, Yesenia Lara Gutiérrez, fue acribillada a plena luz del día mientras realizaba una caravana. A su lado, tres personas más cayeron. No hubo resistencia. Solo saludos previos y ráfagas de fuego. Nadie ha sido detenido. Pero eso no fue un caso aislado: es una constante.
El 9 de diciembre de 2024, en Zongolica, fue ejecutado a balazos el diputado federal y exalcalde Benito Aguas Atlahua. El 8 de enero de 2025, Manuel Andrei Gamboa Soto, director de Gobernación de Camerino Z. Mendoza, fue emboscado y abatido en Ixtaczoquitlán. El 6 de febrero, Carlos Ransés Neri, aspirante del PVEM en Paso del Macho, fue hallado sin vida junto a su hermano, apenas unas horas después de ser reportado como desaparecido.
¿Cuántos muertos más necesita esta democracia para reaccionar?
El 29 de abril, en Coxquihui, Germán Anuar Valencia, otro candidato de Morena, fue ejecutado en su casa de campaña. El atentado dejó seis heridos, entre ellos un bebé. La Fiscalía, en vez de esclarecer, deslizó sospechas sobre el propio finado, vinculándolo a crímenes previos. ¿Quién limpia así la sangre?
Y llegó el 6 de mayo, el día maldito. Dos crímenes casi simultáneos: en Córdoba, el director de Obras Públicas Bladimir García Soriano fue asesinado; horas después, el candidato de Morena en Oluta, Martes Bárbaro Hernández Canuto, también fue ejecutado a balazos. Nada. Cero detenidos. Cero resultados. Cero Estado.
Y la prensa también sangra.
El 20 de mayo, en Juan Rodríguez Clara, mientras la candidata Xóchitl Tress salvaba la vida por centímetros, la periodista Avisak Douglas fue herida de muerte dentro de la casa de campaña. Morir informando, morir por estar presente. ¿Quién responderá por ella?
Mientras tanto, los discursos oficiales repiten con tono robótico: “coordinación institucional, carpeta de investigación, se llegará hasta las últimas consecuencias”. Pero la impunidad es una burla. La justicia no llega. Las balas sí.
Y mientras tanto, los cárteles ganan terreno. Los sicarios saludan a sus víctimas antes de jalar el gatillo. Las campañas se convierten en funerales. La gobernadora Rocío Nahle lanza promesas desde su palacio mientras la muerte avanza municipio por municipio. ¿Quién gobierna en Veracruz? ¿La Cuarta Transformación o los cárteles?
Este proceso electoral está convertido en un campo de exterminio. Y el silencio institucional ya es complicidad.
Veracruz no vota. Veracruz sobrevive.
Y en cada urna manchada de sangre, la democracia pierde su última gota de dignidad.
En memoria de Avisak Douglas y de todos los políticos y ciudadanxs asesinadxs por participar en un proceso que, en teoría, debía representar la voluntad popular.