Nahla viaja a CDMX a hablar de seguridad… pero Veracruz sigue siendo un campo de guerra

Xalapa, Ver. — Mientras la violencia electoral en Veracruz desborda al estado y el miedo se instala como ley no escrita, la gobernadora Rocío Nahle García emprendió un viaje a la Ciudad de México para hablar de “seguridad”. Lo irónico: no logró ingresar a Palacio Nacional por una protesta de la CNTE, y el caos veracruzano quedó, una vez más, sin respuestas.
El saldo que deja este proceso electoral es sangriento y brutal: tres aspirantes asesinados, más de 120 solicitudes de protección, ataques armados, casas de campaña baleadas y una periodista ejecutada a sangre fría mientras hacía su trabajo. Aun así, la mandataria insiste en que “todo está bajo control” mientras huye del estado que juró proteger.
A las 6 de la mañana del martes 21 de mayo, Nahle llegó a Palacio Nacional acompañada de su secretario de Seguridad, Alfonso Reyes Garcés. Querían reunirse con la presidenta Claudia Sheinbaum. No lo lograron. Bloqueados por la CNTE, terminaron relegados a una reunión posterior con Omar García Harfuch, actual secretario de Seguridad federal. ¿Y mientras tanto? Veracruz ardiendo.
La presidenta Sheinbaum anunció que la reunión con Nahle será reprogramada. Pero esa “logística” suena a frivolidad frente a un Veracruz desangrándose en plena campaña electoral. Las cifras que reconoce la propia gobernadora son alarmantes: 57 municipios catalogados en nivel tres de riesgo político; casi 6 mil elementos desplegados; y una ciudadanía que ya no diferencia entre elecciones y guerra civil de baja intensidad.
Mientras tanto, la sangre sigue manchando las urnas. En Texistepec, Yesenia Lara fue ejecutada junto a otras cuatro personas. En Coxquihui, Germán Anuar Valencia cayó el mismo día que arrancó su campaña. Y en Rodríguez Clara, la periodista Avisack Douglas Coronado fue asesinada cobardemente tras un ataque armado a la casa de campaña de Xóchilt Tress, candidata de MC.
Pero más allá de las cifras y de los nombres, hay una constante inaceptable: la impunidad. Las balas corren más rápido que las investigaciones. La inseguridad crece más que los compromisos de campaña. Y el Estado parece más interesado en mantener las apariencias que en proteger vidas.
¿De qué sirve una reunión en la capital si en Veracruz nadie está a salvo? ¿Para qué viajar al centro del poder si no hay poder alguno que detenga las ejecuciones? ¿Por qué se habla de estrategias cuando lo que urge es justicia y presencia real en el terreno?
La ciudadanía exige menos giras y más acción.
Menos discursos y más resultados.
Menos política y más protección.
La gobernadora ya tuvo tiempo para promesas. Ahora, Veracruz necesita liderazgo real, o se lo tragará la violencia que ella misma ha tolerado.
Reportaje Veracruzano
Aquí no se calla la verdad.