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Contaminación en el río Tuxpan: hidrocarburos en la toma de agua y sospechas de fuga en ducto de PEMEX encienden alerta ambiental

Túxpan, Ver. — El espejo del río Tuxpan, que por décadas ha sido fuente de vida para miles de familias, amaneció manchado por el brillo iridiscente del petróleo. Lo que parece un detalle mínimo en la superficie encierra una amenaza monumental: hidrocarburos en la toma de agua que abastece a toda la ciudad, y todo apunta a una fuga en un ducto de Petróleos Mexicanos (PEMEX).

Las imágenes, captadas por habitantes y ambientalistas frente a la comunidad de Xúchitl, municipio de Álamo, revelan manchas aceitosas de tonalidad arcoíris y un olor punzante a combustible que se extiende por metros sobre el cauce. Precisamente allí se localiza la toma principal del sistema operador de agua (CAEV), que surte a miles de hogares tuxpeños.

Los datos técnicos revisados por especialistas señalan que bajo ese mismo punto cruza el Poliducto Naranjos–Poza Rica, propiedad de PEMEX Logística, por donde diariamente se transportan gasolina y diésel hacia el puerto. Una falla, por mínima que sea, en ese conducto podría estar provocando el derrame que hoy amenaza el equilibrio ambiental y la salud pública.

Hasta ahora, PEMEX no ha emitido postura oficial, pese a que el rastro de hidrocarburo sigue visible y el olor a combustible se percibe a varios metros de distancia. Tampoco se ha informado si la Comisión del Agua del Estado de Veracruz (CAEV) ha tomado medidas para garantizar la potabilidad del líquido que llega a los hogares.

El silencio institucional contrasta con la alarma de los habitantes. Pescadores y pobladores de la ribera han suspendido actividades, temerosos de que el derrame afecte la fauna acuática, contamine los pozos y se filtre a los sistemas de consumo humano.

El río Tuxpan —uno de los cuerpos de agua más importantes del norte veracruzano— se encuentra así en medio de un nuevo escándalo ambiental que exhibe, una vez más, la falta de mantenimiento en la infraestructura petrolera y la opacidad de la paraestatal ante las emergencias ecológicas.

De confirmarse la fuga, PEMEX podría enfrentar un nuevo golpe a su ya deteriorada imagen ambiental, mientras la población exige respuestas inmediatas y transparencia en la investigación.

Porque cuando el agua huele a gasolina y el río refleja el arcoíris del crudo, no se trata de un accidente menor: es el síntoma de un sistema que se oxida, contamina y calla.

Redacción Reportaje Veracruzano

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