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Candil de la Calle, Oscuridad en Palacio: El Feminismo Selectivo de la Gobernadora Nahle y la Doble Moral del Poder

Hay gestos que huelen más a escaparate que a convicción. La gobernadora Rocío Nahle se rasga las vestiduras en redes sociales cuando una mujer poderosa, como Claudia Sheinbaum, sufre acoso en la vía pública. Se indigna, redacta con ímpetu feminista y moralina digital: “Respeto absoluto a la mujer, no a la revictimización”, escribió con aire de redentora. Pero cuando el acoso ocurre dentro de su propio gabinete, el discurso se desvanece más rápido que un perfume caro en el calor de Coatzacoalcos.

Sí, la misma Nahle que presume su sororidad en los reflectores nacionales guarda un silencio glacial ante las denuncias por acoso sexual dentro de su administración, concretamente en la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema).
Ahí, los trabajadores han señalado públicamente a Julio César Sánchez Baltierrez, secretario particular de la titular Luz María Zaleta Mendoza, como presunto acosador y hostigador de empleados. Y no cualquier servidor público, no: uno que presume ser sacerdote, doctor en Psicología y —por si faltaba glamour político— amigo cercano de la gobernadora y su familia.

Pero claro, el personaje no teme consecuencias. Se mueve con la confianza de quien sabe que su expediente duerme en el cajón de la impunidad.
Mientras tanto, las víctimas sobreviven entre el miedo y la resignación institucional. Porque en Veracruz, bajo la era Nahle, la justicia depende del apellido, la cercanía y la conveniencia.

El caso de Sánchez Baltierrez expone con crudeza lo que muchos dentro del gobierno prefieren no decir: que el feminismo de la 4T veracruzana es de boutique, diseñado para los aplausos, pero vacío en los hechos. La gobernadora se pinta de defensora de las mujeres… hasta que el agresor tiene gafete oficial o padrinos poderosos.

¿Dónde quedó aquella Nahle de las declaraciones vehementes, la que exigía “tolerancia cero” y “respeto absoluto”?
Enmudeció, convenientemente, cuando el fuego le llegó al escritorio.

Y, como si no bastara el cinismo, el entorno morenista se desmorona entre otras joyas: Gabriel Onésimo Zúñiga Obando, el operador jurídico del partido, intenta colarse al Tribunal Electoral de Veracruz, pese a estar legalmente impedido. Y mientras busca la silla del poder, su esposa cobra más de 60 mil pesos mensuales como aviadora en el Tecnológico de Huatusco.
Un matrimonio de simulación, disfrazado de moral revolucionaria.

Así se mueve hoy la política en Veracruz: entre los discursos de “justicia social” y las prácticas de la vieja aristocracia partidista. Es la nueva casta dorada del morenismo local, los “machunchones” de la 4T, que predican austeridad mientras cenan con cubiertos de plata y viajan con escoltas pagados con dinero público.

La gobernadora Rocío Nahle debería entender que gobernar no es tuitear indignaciones selectivas. El feminismo no se declama, se ejerce. Y cuando una denuncia de acoso emerge dentro de su administración, guardar silencio es complicidad.

En el rancho dirían: candil de la calle, oscuridad de su casa.
Pero en el Veracruz de hoy, habría que actualizar el refrán:
Candil del Palacio, sombra del poder.
Porque mientras la “tía Chío” predica virtud en redes, su gobierno se hunde en la impunidad más obscenamente maquillada del país.

Redacción Reportaje Veracruzano

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