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“LA REBELIÓN DE LA GENERACIÓN Z”: LA JUVENTUD QUE LE VOLTEÓ LA ESPALDA AL SISTEMA Y PUSO EN JAQUE A SHEINBAUM Y AL VIEJO PRIAN

El país acaba de presenciar un fenómeno político y social sin precedentes: la Generación Z, esa misma a la que el poder subestimó, salió a las calles para desmarcarse de la podredumbre del sistema, limpiar su nombre y gritar —con una furia elegante, genuina y sin patrocinadores— que México no les pertenece ni al PRIAN ni a Morena.

A diferencia de las marchas manipuladas y las multitudes rentadas, esta convocatoria fue espontánea, emocional y auténticamente generacional. Jóvenes de todo el espectro social se concentraron en Paseo de la Reforma para denunciar “la violencia, el oportunismo ultraderechista y el imperialismo que afecta el derecho básico a vivir”. Palabras duras, pero precisas. Palabras de una generación que ya no come del discurso político prefabricado.

La manifestación —adelantada estratégicamente para evitar la infiltración del llamado bloque negro del PRI— reunió a más de mil 500 personas, según cifras de Reporte Índigo. Entre pancartas, música y consignas, los jóvenes lanzaron un mensaje directo: “Estamos hartos. Hartos de los corruptos del pasado y de los incapaces del presente.”

Lo cierto es que la protesta se convirtió en un espejo brutal para el gobierno de Claudia Sheinbaum, quien en su intento por desacreditar la convocatoria, la tildó de “maniobra del PRIAN y empresarios conservadores”. Grave error. Porque los que marcharon no fueron burócratas disfrazados ni estudiantes pagados. Fueron los hijos de la era digital, los que crecieron viendo promesas incumplidas y gobiernos fallidos.

Y si Morena se siente traicionado, que se mire al espejo: ha perdido a toda una generación.
La generación que no le teme al cambio, que no necesita permiso para rebelarse, y que no acepta discursos que se contradicen entre la plaza pública y los contratos políticos.

UNA MARCHA, UN MENSAJE: EL PODER YA NO IMPONE

Durante el recorrido, colectivos feministas, ambientalistas, anti gentrificación y trabajadores por las 40 horas laborales marcharon codo a codo. Ningún partido. Ningún líder “de consigna”. Solo juventud y hartazgo. Policías antimotines encapsularon al contingente cerca del Palacio de Bellas Artes, pero el movimiento se mantuvo firme, sin violencia y con una fuerza simbólica que recorrió todo el país.

Entre las pancartas, destacó una figura que se ha convertido en mártir nacional: Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan asesinado el 1 de noviembre. Su imagen fue elevada como la de un héroe moderno —un funcionario que sí enfrentó al crimen organizado, a diferencia de tantos que pactaron con el narco —. “Manzo no murió, lo mató el silencio de un gobierno cobarde”, gritó una joven con los ojos llenos de furia y lucidez.

LA JUVENTUD QUE NO PIDE PERMISO

El gobierno federal y sus operadores digitales intentaron culpar a la oposición. Dijeron que era una manipulación de empresarios como Ricardo Salinas Pliego o Claudio X. González, pero la narrativa se desplomó con la evidencia: los jóvenes no marcharon por dinero, marcharon por dignidad.

Las redes ardieron. En cuestión de horas, el hashtag #GeneraciónZMX se volvió tendencia nacional, eclipsando los mensajes oficiales del Palacio Nacional. Y aunque Sheinbaum intentó mantener el control mediático, los videos de jóvenes encapsulados, de pancartas con mensajes como “Ni PRIAN ni Morena: México es nuestro”, y de policías bloqueando el paso, viralizaron la narrativa que el poder no puede censurar: la ruptura generacional con el sistema completo.

EL FIN DEL MITO DE LA 4T INMACULADA

La muerte de Manzo fue la chispa, pero el fuego venía ardiendo desde hace tiempo. Desempleo, simulación, censura y un sistema político que envejece sin reconocerlo. Lo que Sheinbaum y su séquito no entienden es que la juventud no perdona la incongruencia.

Porque esta vez, no marcharon por moda ni por “apoyo moral”. Marcharon porque ya no creen en nadie. Ni en los de azul, ni en los de rojo, ni en los de guinda.
Y si el poder no escucha este rugido generacional, que se prepare: lo que vimos hoy no fue una protesta, fue el ensayo general de un despertar político.

Una generación harta, sí. Pero también lúcida, informada, y lista para tirar el tablero.
Y a estas alturas, el tablero —como el discurso oficial— ya cruje.

El que crea que puede comprar la conciencia de los jóvenes con propaganda, no ha entendido nada.


Redacción Reportaje Veracruzano

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