CRISIS INFANTIL EN MÉXICO: UNA SEMANA DE HORROR QUE EXHIBE LA IMPUNIDAD Y EL COLAPSO INSTITUCIONAL

Asesinatos de menores exponen el fracaso estructural del Estado en la protección de la niñez
Reportaje Veracruzano | Investigación Especial
México atraviesa una de las etapas más oscuras en materia de seguridad infantil. En menos de una semana, el país ha sido testigo de hechos criminales de extrema violencia que cobraron la vida de niñas y niños en distintas entidades. El nivel de brutalidad, así como la ausencia de respuestas estructurales efectivas por parte del Estado, plantea una pregunta inevitable:
¿Hasta qué punto la sociedad mexicana ha normalizado el infanticidio?
▪ Los casos: una radiografía del horror
Chihuahua: Un niño de 8 años fue hallado sin vida, abandonado dentro de una bolsa de basura. La información ha sido fragmentaria; sin embargo, el crimen ha sido confirmado por fuentes locales, y hasta el momento no hay reporte de detenidos.
Estado de México: Natalia, de 14 años, desapareció tras salir del gimnasio en Xonacatlán. Días después fue encontrada sin vida en Otzolotepec. Cuatro personas han sido detenidas por su probable responsabilidad, según informó la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM). El caso ha generado una limitada atención mediática, a pesar de la gravedad de los hechos.
Baja California: Keila Nicole, una menor de 13 años, fue localizada desmembrada en San Quintín. La alcaldesa Blanca Figueroa confirmó la omisión grave por parte de agentes policiales que, pese a conocer la situación de riesgo, no actuaron para su protección. Por este motivo, fueron arrestados seis elementos de la policía municipal.
Sonora: Tres hermanas de 6, 8 y 10 años fueron halladas ejecutadas. La información oficial ha sido escasa, sin pronunciamientos contundentes por parte del gobierno estatal, lo que aumenta la percepción de negligencia institucional.
▪ El denominador común: un Estado fallido en la protección de la infancia
Más allá del dolor de cada caso, hay un patrón estructural innegable: la incapacidad de las instituciones mexicanas para prevenir, atender y sancionar los crímenes contra menores de edad. Las omisiones de las fiscalías, la fragmentación en los protocolos de búsqueda, la reacción tardía de cuerpos policiales y la indiferencia política contribuyen a la reproducción de este fenómeno.
La niñez mexicana, uno de los sectores más vulnerables de la población, ha quedado desprotegida frente a redes de violencia que operan con total impunidad. La ausencia de políticas integrales de seguridad infantil, la descoordinación entre dependencias y la falta de voluntad política para tratar estos casos como prioridad nacional profundizan el problema.
▪ La anestesia colectiva: ¿nos arrebataron la indignación?
A pesar de la magnitud de estos crímenes, la respuesta social ha sido sorprendentemente limitada. No hubo marchas masivas, ni pronunciamientos firmes por parte del Ejecutivo Federal, ni siquiera cobertura prioritaria en medios nacionales. El país parece haber aceptado la barbarie como un elemento cotidiano.
Esta insensibilidad progresiva puede explicarse en parte por la saturación de noticias violentas, pero también por una estrategia de dispersión informativa donde las prioridades mediáticas están cuidadosamente controladas. Mientras algunos hechos son amplificados, otros, como estos, permanecen en la penumbra informativa.
▪ ¿A quién le corresponde responder?
La omisión institucional no es simplemente un error: es una forma activa de violencia de Estado. El sistema judicial, las policías estatales y municipales, las comisiones de derechos humanos y las instancias de protección a menores deben ser auditadas y evaluadas con urgencia.
Además, el Ejecutivo Federal y los gobiernos estatales deben emitir pronunciamientos públicos contundentes, asumir responsabilidad, y establecer mecanismos inmediatos de protección, prevención y justicia.
▪ Conclusión: el verdadero rostro de la crisis nacional
México no sólo vive una crisis de seguridad: vive una crisis ética y humanitaria.
Cuando un país permite que sus niñas y niños sean asesinados con esta frecuencia, con este nivel de brutalidad, y con esta impunidad, ha perdido más que vidas: ha perdido su conciencia.
La niñez debería ser intocable. La indiferencia social ante estos casos nos compromete a todos. Y mientras la justicia siga siendo un privilegio y no un derecho, la violencia continuará siendo el lenguaje dominante de un Estado que ya no protege a quienes más lo necesitan.
Redacción Reportaje Veracruzano