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ORIZABA BAJO LA SOMBRA DE LA IMPUNIDAD: JUAN MANUEL DIEZ ENCUBRE RED CRIMINAL EN SU POLICÍA MUNICIPAL

Corrupción, desvío de recursos, encubrimiento y abuso: el alcalde Juan Manuel Diez Francos en el ojo del huracán por tolerar una mafia policial incrustada en su administración.

Por Redacción Especial | Reportaje Veracruzano

Orizaba, Ver.—
Una bomba de corrupción ha estallado en la cúpula de la Policía Municipal de Orizaba, dejando al descubierto una estructura podrida, sostenida por el silencio cómplice del alcalde Juan Manuel Diez Francos. En el centro del escándalo: robo de evidencias, extorsión a elementos, manipulación de facturas, y la desaparición de 80 mil pesos asegurados durante un operativo policiaco, dinero que —hasta hoy— nadie sabe dónde está.

Lejos de actuar con firmeza, el presidente municipal ha optado por la omisión activa, encubriendo a su coordinador de Policía, Mauricio Rafael Sosa García, a pesar de los testimonios, pruebas en video y denuncias internas. El caso más alarmante: el asalto a una sucursal de Farmacias Guadalajara el pasado 1 de julio, en el cual se recuperó una suma importante de dinero. Al llegar a la Fiscalía, solo se reportaron 8 mil pesos, y el presunto asaltante fue liberado con una fianza de apenas 2 mil pesos. ¿Dónde quedaron los 72 mil restantes?

Dos policías administrativas, Norma y Xóchitl, no solo renunciaron, sino que denunciaron haber sido forzadas a borrar las evidencias del robo dentro de la misma comandancia. Uno de los videos filtrados muestra a Sosa contando fajos de billetes en compañía de las trabajadoras. Aun así, el Ayuntamiento decidió no actuar, no investigar, no denunciar. Simplemente… proteger.

El caso no es aislado. Desde hace al menos tres años, según testimonios internos, las mismas ex funcionarias operaban un sistema de cuotas, ascensos comprados, represalias y violencia institucional. Quien se negaba a someterse a la red de corrupción, era degradado o despedido.

Y todo eso ocurrió bajo el conocimiento directo del alcalde. Las destituciones de última hora son apenas un intento patético de lavado de cara. Juan Manuel Diez no fue sorprendido, fue permisivo. No fue víctima, fue actor.

Como agravante, el Ayuntamiento aún no ha presentado una sola denuncia formal contra Sosa, Norma o Xóchitl. ¿Por qué? Porque hacerlo sería reconocer el tamaño del encubrimiento que emana desde el Palacio Municipal.

El representante de la Capellanía Armada Mundial de Paz, Ángel García Gómez, ha denunciado públicamente el desvío sistemático de recursos municipales a través de cobros inflados en talleres mecánicos, facturas falsas y simulaciones de pago, todo operado desde la estructura policial, con la bendición del alcalde.

Juan Manuel Diez Francos no puede alegar ignorancia. Las denuncias existían. Las pruebas están. Las víctimas —los propios policías y la ciudadanía— exigen justicia. Su silencio, su omisión y su negativa a actuar lo convierten en cómplice directo de un sistema criminal que corroe desde dentro la seguridad pública de Orizaba.

Ya no se trata solo de corrupción. Se trata de traición institucional.

El pueblo de Orizaba merece más que ruedas de prensa tibias y simulación de justicia. Exige una investigación penal inmediata, autónoma, profunda, y si la Fiscalía no actúa, se convertirá también en parte de este entramado de impunidad.

Porque en Orizaba, la corrupción tiene nombres y apellidos.
Y hoy, el nombre que más resuena es Juan Manuel Diez Francos.


Redacción Reportaje Veracruzano

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