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Mujer es encontrada con signos de violación en el Puerto de Veracruz


VERACRUZ: EL SILENCIO QUE VIOLENTA — UNA MUJER ABANDONADA EN MATA DE PITA REAVIVA LA ALARMA POR LA IMPUNIDAD SEXUAL

Veracruz, Ver.— En una banqueta polvosa, entre calles con nombres de próceres olvidados, una joven de 26 años fue hallada en estado de indefensión, inconsciente y marcada por la violencia más brutal que puede padecer una mujer: el abuso sexual. Ocurrió en la periferia de Mata de Pita, una zona donde el olvido institucional es rutina y el acceso a la justicia, un lujo improbable.

Quienes primero acudieron no llevaban uniforme ni placa: fueron los vecinos. Uno llamó al 911, otro se arrodilló a su lado, y una señora le cubrió el cuerpo con una sábana para evitar más vejaciones. Así empezó la historia pública de una víctima cuyo nombre ha sido reservado, pero cuya dignidad exige ser nombrada en voz alta por todos: justicia.

La mujer fue trasladada al Hospital Regional tras relatar a los paramédicos de la Cruz Roja que había sido agredida sexualmente. Aparentemente drogada y abandonada, su cuerpo se convirtió en testigo silencioso de una cadena de delitos aún impunes. Las autoridades iniciaron el protocolo de búsqueda de familiares y ofrecieron acompañamiento para que pueda presentar su denuncia ante la Fiscalía Especializada.

Pero más allá del parte médico y el formato de denuncia, quedan las preguntas que el Estado no responde: ¿Quién la violentó? ¿Cómo es que nadie vio nada? ¿Qué hace falta para que las calles de Veracruz dejen de ser territorio de cazadores impunes?

Este caso no es aislado. En Veracruz, las cifras de violencia sexual contra mujeres son escandalosamente elevadas, y el porcentaje de denuncias que culminan en sentencia condenatoria es aterradoramente bajo. Mata de Pita no sólo está lejos del centro; está lejos del radar del gobierno, de los patrullajes frecuentes, de los planes preventivos. Está cerca, en cambio, del hartazgo colectivo.

Hoy, la historia de esta joven mujer se convierte en un espejo de lo que pasa cuando un Estado voltea la cara. Y en medio del horror, queda una comunidad que no calló, que se movilizó, y que demuestra que cuando la institucionalidad flaquea, la empatía vecinal se convierte en el primer eslabón de justicia.


Redacción Reportaje Veracruzano

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