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EN ORIZABA, EL 10 DE MAYO NO HAY FLORES: MADRES MARCHAN CON LAS MANOS VACÍAS Y EL CORAZÓN LLENO DE AUSENCIAS


Orizaba, Ver.— No hubo desayuno en familia, ni abrazos, ni serenatas. El 10 de mayo, en las calles de Orizaba, no se celebró: se gritó. Se lloró. Se marchó. Decenas de mujeres —madres, hermanas, esposas— caminaron con paso firme y mirada dolida en una movilización que cada año duele más, porque no deja de crecer: la marcha de las manos vacías.

Araceli Salcedo Jiménez, al frente del Colectivo Familias Desaparecidos Orizaba-Córdoba, no marchó como activista. Lo hizo, como cada año, como madre de una hija ausente. “Estas manos y brazos que deberían estar acariciando a nuestros hijos, están vacías”, dijo, con la voz resquebrajada pero la convicción intacta.

La marcha inició en los límites con Río Blanco y se abrió paso entre la indiferencia de algunos y el respeto silente de otros. Las pancartas no pedían regalos: exigían justicia. Las fichas de búsqueda eran los retratos de un país roto. Y los gritos eran los ecos de una tragedia que no cesa: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “Una madre nunca olvida”.

El Día de las Madres, para muchas de ellas, es una ofensa disfrazada de tradición. En lugar de recibir flores, llevan años sembrando esperanza entre la tierra, en búsqueda de fosas. “Somos nosotras las que hacemos el trabajo del Estado: escarbar, encontrar, identificar. Mientras ellos criminalizan nuestro dolor, nosotras seguimos buscando”, denunció Salcedo Jiménez.

La movilización concluyó con un acto tan simbólico como devastador: las madres levantaron sus manos vacías al cielo, mientras resonaban los nombres de sus desaparecidos. Nombres que, pese al silencio oficial, siguen vivos en la memoria colectiva que estas mujeres han tejido con dolor, pero también con una fuerza que no se doblega.

En Orizaba, este 10 de mayo, no hubo festejo. Hubo resistencia. Porque cuando el Estado no abraza, las madres se abrazan entre sí. Y aunque marchen con las manos vacías, caminan con la dignidad que ninguna autoridad ha sabido igualar.


Redacción Reportaje Veracruzano

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